Beneficios de la musicoterapia para pacientes con cáncer.

Durante el tratamiento farmacológico del cáncer existen terapias complementarias que mejoran la calidad de vida del paciente canceroso. La musicoterapia es una de ellas y, en recientes y variados estudios llevados a cabo en universidades americanas y británicas, se ha llegado a la conclusión de que la musicoterapia contra el cáncer mitiga moderadamente el dolor que sufre el paciente, a la par que mejora su autoestima y el estado de ánimo, reduce sistemáticamente sus niveles de ansiedad y mejora sus índices de presión arterial, frecuencia cardíaca y respiratoria.

Múltiples beneficios de la musicoterapia

Los beneficios de la musicoterapia son múltiples. A los ya reseñados en el párrafo anterior, hay que añadir que puede ayudar a la normal aceptación de la enfermedad por parte del paciente, a afrontar anímica y físicamente la enfermedad y a establecer mejores canales de comunicación con el entorno del enfermo (familiares y amigos).

Las sesiones de musicoterapia provocan un estado de relajación en el enfermo que hace que se abra a expresar sus más profundas emociones a través de los sonidos, ruidos, instrumentos, la voz o, simplemente, a través del silencio.

Estas sesiones contribuyen de forma muy activa a la reducción de los pensamientos negativos que surgen en el subconsciente del paciente respecto del cáncer y hace mejorar la perspectiva que tiene sobre el concepto de futuro, un tema tabú para muchos enfermos de esta dolencia.

Además, físicamente también nos ofrece bonanzas este tipo de terapia ya que se aumenta la liberación de la hormona llamada oxitocina, la hormona del placer, con lo cual la persona se encuentra mejor y se reducen los niveles de sufrimiento, tan comunes por la complejidad de los tratamientos para erradicar el cáncer.

La musicoterapia también reduce los efectos secundarios de las sesiones de quimioterapia y radioterapia y mejora el funcionamiento del sistema inmunológico.

Tipos de musicoterapia

Las sesiones de musicoterapia suelen realizarse de dos maneras: haciendo que el enfermo escuche música, la mayoritaria hasta hace poco, y la que últimamente se está llevando más a cabo por parte de los musicólogos, la producción de esa música de forma totalmente improvisada por parte del enfermo a través de instrumentos, su propia voz o, incluso, a través de sus silencios. El impacto emocional de todos aquellos pacientes que se someten a este segundo tipo de sesiones es cuantitativa y cualitativamente más grande que los que trabajan escuchando música.

Otro factor a tener en cuenta en las sesiones es si es conveniente hacerlas en grupo o en solitario(normalmente al hacerlas en grupo, el enfermo aumenta a la vez su capacidad de socialización por saberse integrado en un grupo en el que todos o casi todos están en igualdad de condiciones respecto al cáncer), o si hacerlas en el hospital donde se está llevando a cabo el tratamiento o fuera de él.

Evidentemente, hay que dejar claro que la musicoterapia no cura el cáncer, pero sí está demostrado que provoca unos beneficios, más anímicos que físicos, que nos ayudan mucho a luchar contra él.